P.- ¿Por qué ha decidido dedicar su carrera científica al estudio del sistema nervioso?
R.- Siempre me ha llamado la atención, quizás porque desde pequeño me ha interesado la electrónica y nuestro cerebro funciona con impulsos eléctricos. Además, el cerebro es muy plástico y está relacionado con nuestro desarrollo familiar y cultural. A unas personas les puede gustar mucho un olor o una comida y a otras resultarle sumamente desagradable. Es el cerebro el que interpreta los estímulos que recibimos. Nuestra sensibilidad tiene dos aspectos, uno físico que transforma un estímulo en impulsos eléctricos y otro personal, humano, que es la interpretación de esas señales. Esto hace que las personas sean diferentes una de otras, que cada uno sea individual e irrepetible. Esto es lo importante.
P.- El término neurociencia abarca a un gran número de disciplinas que tienen como objetivo el estudio del sistema nervioso ¿cuáles son las investigaciones que se están llevando a cabo en el instituto que usted dirige?
R.- Nuestro instituto es multidisciplinar. Tenemos líneas que van desde la biología molecular o la anatomía hasta ciencias enmarcadas en las Humanidades, como es la psicología. Contamos con un grupo importante dedicado al estudio del dolor, cómo se genera, cómo se transmite y cómo se siente. Constituye nuestro sistema de alarma, que nos informa de que hay peligro de sufrir un
Francisco Vives en su despacho de la Facultad de Medicina
a enfermedad o una lesión. Hay otro grupo está dedicado a la genética y epidemiología de las enfermedades mentales, los trastornos bipolares, la esquizofrenia o la depresión. Otro grupo está realizando un excelente trabajo en el campo de la neuropsicología clínica y otro está investigando la base biológica de las alteraciones sensoriales, emocionales y conductuales. Mi grupo lleva a cabo trabajos relacionados con los procesos degenerativos que ocurren en la enfermedad de Parkinson.
P.- Este centro es pionero en Andalucía en este tipo de estudios. A él se han unido diferentes iniciativas investigadoras relacionadas con la salud ¿Es Granada un lugar de referencia en este campo?
R.- Granada tiene una Universidad de las mejores y más antiguas de España y una Facultad de Medicina cargada de historia. Cada vez hay más empresas e instituciones implicadas en la investigación en salud que se están ubicando en nuestra ciudad. Tenemos las bases para que Granada sea un polo de desarrollo sanitario: profesionales muy preparados, infraestructuras como el Parque Tecnológico de la Salud y empresas en funcionamiento o interesadas en venir a nuestra ciudad. Yo destacaría el campo de la neurociencia y de las enfermedades del sistema nervioso, en el que tenemos una tradición consolidada. Como es lógico, para que la empresa llegue a buen puerto, es imprescindible un apoyo político y económico continuado.
P.- Una de sus principales preocupaciones como científico es el estudio de las enfermedades neurodegenerativas cuya incidencia está aumentando cada vez más. ¿Hacia dónde va encaminado su trabajo en este campo?
R.- Mi grupo de investigación está centrado en los procesos neurodegenerativos que se producen en las enfermedades como la de Parkinson o la de Huntington. La esperanza de vida ha aumentado mucho en las sociedades más desarrolladas. En España, un país destacado en este aspecto, está en los 83 años para la mujer y 79 para el hombre. Los avances sanitarios permiten que cada vez vivamos más, y paralelamente se van incrementando las enfermedades degenerativas. Vivir más no significa vivir mejor. Me interesa, como investigador, descubrir cuál es la base para que una persona que ha estado 60 o 70 años realizando actividades muy complejas, de pronto sea incapaz de realizar las tareas más sencillas como comer o asearse. La meta de los investigadores de este campo sería conocer las causas de las alteraciones del sistema nervioso que con tanta frecuencia acompañan al envejecimiento.
P.- Es el caso de las personas que padecen Alzheimer...
R.- Exactamente. Es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente. Para descubrir el tratamiento de este tipo de enfermedades tienen que implicarse un gran número de disciplinas, como pueden ser la genética, biología molecular, fisiología, farmacología y un largo etcétera. El sistema nervioso es muy complejo y no podemos aislar un solo aspecto. Cuando una parte del cerebro deja de funcionar, otras áreas intentan compensar ese déficit de alguna manera, aunque no siempre se consigue. Además, las células del sistema nervioso están muy especializadas y diferenciadas, y cuando mueren no se regeneran.
P.- Existe la creencia que no utilizamos al cien por cien nuestro cerebro ¿cuánto hay de mito y de realidad en esto?
R.- Es un mito. Hay una creencia, aprovechada por muchos desaprensivos para hacer negocio, de que si utilizáramos el cien por cien de nuestro cerebro seríamos más inteligentes. Este mito viene de principios del siglo XX, cuando se descubrió el electroencefalograma y las ondas eléctricas cerebrales. Se comprobó que en un momento determinado sólo hay partes de nuestro cerebro en máxima actividad. Pero como esta técnica se tiene que realizar en una habitación aislada, con poca estimulación sensitiva y en reposo, la actividad cerebral no es muy alta. Si sumamos la actividad cerebral en diferentes actividades y en diferentes momentos, todos aprovechamos el cien por cien de nuestro cerebro, lo que no quita que podamos mejorar la mayoría de nuestras capacidades. Cada persona, de acuerdo con su genética, su formación y sus condiciones socioculturales aprovechará todo su cerebro y desarrollará habilidades.
P.- Entonces, ¿cuándo está a pleno rendimiento?
R.- Teóricamente, si pudiéramos en un mismo momento realizar todas las tareas posibles, como resolver problemas matemáticos, leer, dibujar, escuchar música, correr, ver una película, etc., todo a la vez, es decir, realizando gran número de tareas motoras y sensitivas al mismo tiempo nuestro cerebro teóricamente podría funcionar al cien por cien, pero esto no tendría sentido. ¿Qué es lo que pasa? Que no es necesario utilizar todo nuestro potencial en cada momento. Sólo utilizamos a máxima potencia la parte del cerebro necesaria para cada situación.
P.- Actualmente a los niños se les estimula desde pequeños para desarrollar sus capacidades gracias a las nuevas tecnologías ¿Cómo evoluciona su cerebro rodeado de tanta tecnología desde que son bebés?
R.- Una de las características de nuestro sistema nervioso es su gran plasticidad. Nuestro cerebro se adapta a vivir en diferentes circunstancias. Las nuevas generaciones nacen rodeadas de teléfonos móviles, internet y ordenadores, que les proporcionan una estimulación audiovisual muy potente. Hay programas que les enseñan a leer y a escribir utilizando un mando o una pantalla táctil en vez de un lápiz. Posiblemente todo esto implique que los niños van a aprender antes a leer y a escribir y tendrán más capacidad que sus padres para el uso de estas máquinas. Una pregunta filosófica es si estos ordenadores harán que nuestros hijos sean más inteligentes y la respuesta es difícil. Indudablemente, para estos niños, su inteligencia práctica para el uso de ordenadores va a aumentar, pero tendrán carencias en otros aspectos menos tecnológicos. Los niños que crecen en un medio rural poco tecnificado, posiblemente no tengan tanta facilidad para el manejo de ordenadores, pero quizás sean más “humanos” y dependan menos de las pantallas.
P.- Y en el caso de las personas mayores ¿es aconsejable ejercitar la mente?
R.- Indudablemente. El ejercicio del cerebro facilita el desarrollo y el mantenimiento de nuestras funciones intelectuales. En la actualidad, las instituciones responsables están promocionando el envejecimiento activo para evitar las demencias. Cuando uno se jubila tiene que seguir teniendo una vida de relación lo más rica posible, viajar, conocer, aprender. Es necesario estimular y motivar a las personas mayores para que ejerciten el cuerpo y la mente. Con más actividad, la calidad de vida durará más tiempo.
Fuente: Ciencia directa.