Hace unos cuatrocientos años, Galileo dirigió el telescopio al cielo y desencadenó una revolución en la astronomía. Vio lo que ningún ojo había descubierto antes: montañas y cráteres en la Luna, los satélites mayores de Júpiter y las estrellas de la Vía Láctea. Lo que vio, lo adujo como testimonio a favor de la concepción copernicana del mundo, y con la publicación de su Sidereus Nuncius (Mensajero sidéreo) polemizó abiertamente con la visión oficial de la Iglesia.
Pero Galileo no sólo le ofreció nuevas perspectivas a la ciencia de su tiempo, sino también a la moderna historia de la ciencia. En el siglo XIX se le tenía sobre todo por el creador del método experimental; luego, según el historiador de la ciencia Alexandre Koyré, si fundó las ciencias naturales matematizadas fue porque seguía la filosofía platónica; y la bibliografía reciente insiste en los contextos extracientíficos y presupuestos de su actividad, y estudia con detalle a Galileo como hereje, cortesano o artista. Todas estas interpretaciones coinciden en que Galileo fue un protagonista más o menos singular, e intentan identificar los rasgos que le permitieron dar el paso de la Edad Media a la Edad Moderna de la ciencia. En último término, directa o indirectamente, explican la brusca transformación de la visión científica que se asocia a su nombre por su genio excepcional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu cumentario.