Los árboles tienen una clara adaptación al cambio climático, según pone de manifiesto un estudio de la Universidad de Barcelona publicado en la revista Climatic Change. El trabajo, elaborado por Octavi Planells y Emilia Gutiérrez, directora del Grupo de Dendroecología del Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona (UB), junto con investigadores del Deutsches GeoForschungszentrum, en Potsdam (Alemania), apunta al hecho que unas condiciones ambientales limitadoras pueden forzar la sincronización del crecimiento de los árboles con el clima y entre éstos.
Las conclusiones de esta investigación no sólo tienen implicaciones ecológicas, "sino que también tienen repercusiones de cara a la dendroclimatología, al demostrar que las condiciones ambientales que favorecen el crecimiento de los árboles no son siempre las mismas, no son constantes". El estudio muestra una posible fuente de error que se debería tener en cuenta para reconstruir climas pasados, "ya que es posible que los anillos de aquellas épocas no reflejen las mismas condiciones ambientales favorables para el crecimiento de los árboles en la actualidad", afirma Planelles, investigador del departamento de Ecología de la UB.
El estudio se ha realizado con ejemplares de entre 120 y 300 años de pino negro y pino rojo de dos bosques próximos entre sí, en Tejeros y Vinuesa (ambos en Soria). Los investigadores estudiaron tres tipos de variables de los anillos de crecimiento (el grosor y las medidas isotópicas de carbono y oxígeno estables). El trabajo ha demostrado que existen diferencias entre la información que aporta cada una de las variables, de forma que el uso de isótopos estables puede ser un buen complemento en los estudios de dendroclimatologia clásica basada en el análisis de los anillos de los árboles, afirman los investigadores.
En este sentido, se ha constatado que algunos factores climáticos que limitaron el crecimiento de estos árboles del Sistema Ibérico a principios del siglo XX han sido substituidos por otros distintos a lo largo de las últimas décadas, cuando las condiciones de crecimiento han sido más restrictivas, especialmente a causa del cambio climático (aumento de temperatura y menores lluvias durante los meses en los que más crece el árbol). Este hecho ha provocado que los árboles sincronizasen sus patrones de crecimiento, tanto respecto a la anchura de los anillos como a la composición química.
¿Los resultados obtenidos quieren decir que son falsas las reconstrucciones climáticas realizadas hasta ahora a partir de los anillos de madera? "No. Sencillamente, significa que en la estimación hay una cierta fuente de error que se debe tener en cuenta, incluso cuando se utilizan isótopos estables para reconstruir el clima. Algunas reconstrucciones puede estar desviadas, pero no todas, ni muchos menos", aclara Planells.
Los anillos de crecimiento registran todo tipo de acontecimientos ambientales puntuales (desde incendios a tempestades y plagas) con una precisión anual. De su estudio se encarga la dendroclimatología, disciplina que también permite estudiar periodos climáticos, cambios ambientales y procesos más complejos y difíciles de medir como la evolución del clima. La dendroclimatología establece relaciones entre series dendrocronológicas y series climáticas para describir qué variables atmosféricas favorecen o limitan el crecimiento de árboles en periodos concretos. Una vez identificadas estas relaciones es posible hacer el camino inverso y valorar los fenómenos meteorológicos de épocas pasadas sobre los que no existen registros instrumentales.
La dendrocronología no sólo se aplica en reconstrucciones climáticas, sino también en multitud de otros campos: desde la datación de maderas antiguas de edificios, barcos y obras de arte a estudios geomorfológicos de aludes, desprendimientos o terremotos o estudios de las perturbaciones ambientales sobre los árboles (incendios, plagas, erupciones volcánicas) o del retroceso de los glaciares.
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