Fotos: Stefano Unterhiner.
Blancos como la nieve, unos cisnes cantores se recogen para pasar la noche en una franja helada de la bahía de Notsuke, en la isla de Hokkaido. «No son aves esquivas», asegura el fotógrafo Stefano Unterthiner. Alimentados por manos humanas, en algunos lugares son un reclamo turístico, aunque «lo que es bueno para el turismo no lo es para los cisnes», advierte un biólogo japonés.
El cisne cantor suele alzar el vuelo desde el agua, pero también lo hace desde tierra firme, con una breve carrera y batiendo sus enormes alas. Puede alcanzar grandes altitudes (una vez un piloto avistó una bandada a 8.200 metros), y su vuelo migratorio es maratoniano. Una de sus rutas, los 1.300 kilómetros que separan Islandia de Irlanda, es probablemente el vuelo oceánico más largo de todas las especies de cisnes.
Fuente: National Geographic.
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