Sólo en España hay más líneas de teléfono móvil que habitantes, lo cual dice mucho sobre lo necesarios que estos pequeños aparatos, desconocidos hace un par de décadas, son ahora para los habitantes del mundo occidental. Y, aprovechando que prácticamente todo el mundo tiene uno (o varios), ¿por qué no utilizarlo en el cuidado de la salud? Las aplicaciones son variadas e ilimitadas: transmisión de constantes vitales al médico, monitorización continua de signos fisiológicos, localización, medición de actividad, etc., y muchas nos serán pronto conocidas.
Puede que los mayores cambios en la vida cotidiana de las personas durante la última década hayan sido causados por la introducción y rápida propagación de las tecnologías móviles y wireless, según se publica en Science Translational Medicine. La forma en que oímos música, revisamos el correo electrónico, accedemos a internet, vemos películas y enviamos mensajes ha cambiado radicalmente en un corto espacio de tiempo.
Mientras, la manera en que las enfermedades se monitorizan y tratan ha permanecido prácticamente estática durante lustros. Es conocida la resistencia al cambio del ejercicio de la medicina, incluso cuando existe evidencia de que hay formas mejores de hacer las cosas. La falta de plasticidad de la profesión médica y de los sistemas sanitarios frente a las nuevas tecnologías se enfrenta a un reto en dos frentes que debe afrontar: la genómica y las tecnologías móviles, áreas caracterizadas por una innovación sin precedentes. Una tercera tecnología médica que ha vivido una vertiginosa ascensión durante los últimos años han sido los registros personales de salud, pero aún no está claro qué evolución van a tener durante los próximos años. Se están desarrollando sensores no invasivos que pueden monitorizar de manera continua una gran variedad de parámetros fisiológicos, como el ritmo cardiaco, la presión sanguínea, la frecuencia respiratoria, la saturación de la hemoglobina, la concentración de glucosa en sangre y las ondas cerebrales.
Grandes posibilidades
Estos dispositivos crean el caldo de cultivo perfecto para la innovación wireless, asentada sobre cuatro pilares: más de 4.000 millones de personas en el mundo usan el teléfono móvil, el ancho de banda apto para aparatos de tercera y cuarta generación no deja de crecer, hay conectividad en casi cualquier lugar y el desarrollo de teléfonos inteligentes con alta capacidad de computación los convierte en pequeños ordenadores portátiles.
La tecnología médica sin cables consiste normalmente en un sensor que se lleva en alguna parte del cuerpo y que emite una señal sobre algún parámetro fisiológico. Estas señales se envían, habitualmente vía bluetooth, a un receptor que bien puede ser un teléfono móvil, encargado a su vez de procesar y transmitir los datos por internet a quien sea necesario: el médico, el propio paciente o a una aplicación de monitorización remota.
Los consumidores están reclamando cada vez más poder usar este tipo de sensores wireless para cuidar su salud y su forma física. Por ejemplo, se han vendido 1,2 millones de unidades de unas zapatillas de deporte fabricadas por Nike que cuentan con un chip en la suela que envía datos sobre la distancia recorrida y la velocidad a dispositivos como un iPhone o un iPod. Con una adecuada configuración de software sería posible también medir el consumo de oxígeno y el trabajo metabólico realizado durante el ejercicio. Otro dispositivo que se está haciendo muy popular es el Zeo, que mide la actividad eléctrica del cerebro para mejorar la calidad del sueño. Cuenta con tres sensores que se ciñen a la cabeza mediante una banda y capturan y transmiten las ondas cerebrales a un aparato que parece un despertador pero cuya función es medir minuto a minuto las distintas fases del sueño y su intensidad.
Las aplicaciones en salud y forma física no son sino las precursoras del uso de la tecnología wireless en asistencia médica. Por ejemplo, la FDA acaba de aprobar el uso de una pequeña venda que, aplicada en el pecho, permite monitorizar la insuficiencia cardiaca gracias a múltiples sensores que recogen el ritmo cardiaco, la concentración de fluidos, la respiración, la posición del cuerpo, la temperatura y la actividad.
Otras muchas patologías son susceptibles de beneficiarse de la tecnología móvil, como Alzheimer -signos vitales, localización y actividad-, asma -calidad del aire, recuento de polen y frecuencia respiratoria-, cáncer -autoexámenes por ultrasonido-, EPOC -ritmo respiratorio, calidad del aire y nivel de oxígeno en sangre-, depresión - adherencia al tratamiento, actividad, comunicación-, diabetes -nivel de glucosa en sangre, calorías ingeridas y gastadas-, hipertensión adherencia al tratamiento, medición continua de la presión sanguínea-, obesidad -peso, niveles de glucosa en sangre, ingesta de calorías y actividad- y trastornos del sueño -fases del sueño y su calidad, frecuencia respiratoria, apnea, signos vitales, ritmo cardiaco y nivel de oxígeno en sangre-.
En el cuerpo
Pero los dispositivos inalámbricos no sólo pueden utilizarse en el exterior del paciente: se están realizando ensayos clínicos con píldoras con sensores incorporados que se activan al entrar en contacto con los jugos gástricos; el objetivo es controlar la adherencia al tratamiento de pacientes con dolencias como la hipertensión y la tuberculosis. También se está investigando la posibilidad de administrar fármacos que se activen remotamente al llegar a un punto determinado del tracto intestinal, así como parches transdérmicos que dosifiquen el medicamento al recibir una señal.
Las aplicaciones médicas de la tecnología móvil llegan también al campo de la imagen: capturas de ultrasonido que se procesan en tiempo real en el teléfono móvil, que las puede transmitir por internet. Las posibilidades, según el comentario del artículo, son infinitas.
DE MOMENTO, LOS TELÉFONOS SON TELÉFONOS
En España, el uso de la tecnología móvil de momento queda, en la mayor parte de los casos, relegado a las funciones propias de la telefonía. Así, las iniciativas van más encaminadas a enviar recordatorios de citas por SMS, formar a los profesionales e informar a los pacientes.
Una de las iniciativas más recientes es la de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), en Pamplona, que ha desarrollado una aplicación para dispositivos móviles con la que pone a disposición de los usuarios las últimas noticias generadas por el centro médico en cuanto a asistencia clínica e investigación.
Además, permite ver infografías, reproducir vídeos y escuchar archivos de sonido, contenidos que se actualizarán de manera periódica. La aplicación está diseñada para el iPhone y dispositivos con sistema operativo Android, pero está previsto ampliar el servicio a otros sistemas, como Windows Mobile. Tanto la descarga como el acceso a los contenidos son gratuitos para el usuario, que podrá navegar por ellos a través de su conexión habitual a internet. Las aplicaciones se pueden descargar desde la web de la CUN (www.cun.es).
Fuente: Diario Médico.
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