Expertos en Ecología Evolutiva hablan y debaten sobre el pensamiento y el trabajo del naturalista británico en la apertura de la tercera jornada del XII Seminario de Periodismo y Medio Ambiente.La última jornada del XII Seminario Internacional de Periodismo y Medio Ambiente ha comenzado rindiendo homenaje a la figura de Charles Darwin. El bicentenario del nacimiento de este naturalista británico ha propiciado que se le dedicase una mesa redonda dentro del programa de este evento anual en la que, bajo el título “Cuatro miradas sobre Darwin”, se han explicado sus teorías desde la óptica de varios expertos.
Juan Moreno, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha centrado su exposición en desbancar las falsas creencias sobre las Teoría de la Evolución que, a lo largo de los años, han penetrado en la sociedad. Entre las hipótesis desmentidas por el investigador del CSIC demostró, por ejemplo, que la darwinista no fue la primera teoría evolutiva. “Es muy antigua, unos 300 años a. C. los filósofos griegos ya habían especulado sobre la existencia de una evolución de las especies; y en la Ilustración, en el siglo XVIII, también se había coqueteado con esta línea de pensamiento, lo que demuestra que no es la única teoría de la evolución”.
Moreno ha asegurado que “en contra de lo que se piensa, la teoría de la Evolución no fue descubierta a la vez por Wallace y Darwin pues este último ya manifestó sus sospechas de que las especies no eran inmutables cuando estaba a bordo del Beagle, 20 años antes de que Wallace publicase sus teorías”. Asimismo, insistió en que “la selección natural no consiste en la supervivencia del más fuerte, como comúnmente se piensa; se trata del triunfo de aquél que es capaz de adaptarse mejor al medio ya sea haciéndose más fuerte, más pequeño o más ligero”.
La Biblioteca Darwin también estuvo representada en esta mesa redonda con la figura de su director, el biólogo y profesor de periodismo de la Universidad de Valencia, Martí Domínguez. Su disertación ha narrado la vida del naturalista y su participación, casi casual, en la aventura de la búsqueda de restos del diluvio universal embarcado en el Beagle. Según Domínguez, “el carácter ordenado de Darwin permitió que se pudiese contar con todas las anotaciones que realizó a lo largo de los seis años que pasó navegando” y desveló detalles de su vida privada como su matrimonio con su prima Emma Wedgwood, rica y extremadamente creyente, con la que tuvo diez hijos. “Ella fue para muchos el principal freno para el desarrollo de la teoría de la evolución pues, mientras Darwin se recluía en su despacho para poner en pié esta hipótesis, Emma le escribía epístolas en las que le comunicaba su temor a que renunciara a la creencia de Dios”.
Martí Domínguez justificó el carácter divulgativo de la obra de Darwin con la supuesta intención del naturalista de “hacer entender a su esposa y su círculo social aquello que había descubierto”.
Tras un breve repaso por las obras de Charles Darwin como La fecundación de las orquídeas, Plantas carnívoras o La forma de las flores, Domínguez recaló en la autobiografía póstuma de Darwin de la que afirmó que fue duramente censurada por su mujer y sus hijos, “quitándole mucha carga sarcástica y eliminando párrafos enteros en los que hablaba sobre temas religiosos”; en uno de ellos confesaba abiertamente su ateísmo al afirmar que era “una doctrina detestable”.
Perspectiva ética
Paula Casal, profesora de investigación del ICREA y de la Universidad de Reading (Reino Unido) ha abarcado la perspectiva ética de las teorías de Darwin acercando la moral humana al comportamiento cultural de los simios, demostrando su cercanía dentro del árbol evolutivo. Así, “las madres chimpancés u orangutanes tienen el mismo afán protector con sus crías que las humanas y los bebés comparten con las crías de estas especies su modo de extender la mano para pedir comida, o de abrazarse a sus madres para mostrarles afecto”.
Casal ha insistido en que “la moral tiene un origen evolutivo muy útil para la supervivencia humana” pero que “lo mejor es seguir estudiándola para sacar conclusiones antes de actuar de un modo nihilista”.
Pedro Jordano ha sido el encargado de cerrar el turno de intervenciones. Este ecólogo evolutivo de la estación Biológica de Doñana (CSIC) ha definido a Darwin como un “gran experimentador” comparándolo con Newton o Galileo. Buscando la conexión de las teorías darwinianas con diferentes áreas de investigación, ha explicado que “conocer los mecanismos evolutivos es muy útil, por ejemplo, para el desarrollo de medicamentos pues en las fases experimentales de los fármacos se realizan pruebas con animales que son parecidos genéticamente al hombre, como las ratas, la mosca del vinagre o los monos para conseguir tratamientos que aumenten nuestro bienestar”. Así, ha indicado que “descifrar el ADN de las especies es algo que se hace con cierta facilidad pero que lo que resta es compararlos para conseguir inferir el árbol de la vida”.
Dentro de su exposición ha hecho una especial mención a los evolucionistas españoles en general y andaluces en particular. De entre ellos ha destacado la figura de Antonio Machado Núñez, abuelo de los poetas Antonio y Manuel Machado, que sólo dos años después de que se publicara El origen de las especies ya impartía las teorías evolucionistas en su cátedra de la Universidad de Sevilla. Otro de los andaluces fue Salvador Calderón, que también impartía sus clases en la Hispalense. En la Universidad de Granada hizo lo propio García Álvarez, que fue excomulgado en 1971 por ir en contra del creacionismo. Para concluir, se ha referido a Augusto González de Linares, que difundía las teorías evolutivas en la Universidad de Santiago de Compostela. Todos ellos contribuyeron a la difusión en España y n el mundo académico español de la que sería una teoría decisiva para la investigación y la Ciencia.
Fuente: Andalucia Investiga
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